“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Hebreos 4:16
El denuedo es el valor, la energía y la decisión con la que se ejecuta una acción. La oración efectiva requiere humildad, y eso es presentarse con confianza ante el trono de Dios.
¿Cómo podemos obtenerlo?
En Cristo Jesús.
“Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;”
Efesios 3:11-12
El creyente puede invocar el pacto de Dios con sus hijos en Cristo Jesús. Sin embargo, hay un problema importante que derrota a los cristianos en su vida de oración.
Cuando nos dirigimos al Padre con una sensación de inferioridad, una sensación de conciencia pecaminosa porque sabemos que hemos fallado, experimentamos sentimientos de culpa.
Algunos comienzan su oración diciendo: “Soy tan pecaminoso, indigno, débil, un trapo de inmundicia que no soy digno de venir ante ti”.
Al hacer esto, carecen de fe en el amor, la aceptación y el poder de Dios y no creen que Él les oye.
Sin embargo, examinemos lo que el Señor expresó.
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.”
Isaías 43:25
Cuando sabemos que Él ha quitado nuestro pecado y no lo recuerda más, podemos ir a Él con confianza, y podemos hacerlo a través de los méritos de Su Hijo, nuestro Señor.
Somos el cuerpo de Cristo.
Esto significa que como tales podemos presentarnos ante Dios con la misma confianza.
Dios Les Bendiga,
